martes

Ya no es por ti, ni por mí, hay cien motivos más y tú lo sabes, yo no dejo tachones, no dejo cenizas, no dejo huellas que puedas seguir entre la incertidumbre de mis pasos...
Hablemos de cómo no cambiar tu mundo; mi mundo. Me gusta escribirte cartas y luego romperlas en pedacitos para no dejar rastro.

(Ya no es por ti, ni por mí, hay cien motivos más, y tú lo sabes)
Y así me paso los días, buscándome en poemas de otros, cambiando de sitio los libros, reescribiendo cartas, haciendo garabatos; pensando que entre el cielo y el delirio hay tiempo más que suficiente "para los dos" y es que este andar detrás de tus pasos perdiendo el hilo, todos los hilos, este mirar hacia el recuerdo inevitable, lo voy dejando caer silenciosamente y lo veo consumirse hasta el final en el fondo del cenicero.
Se nos puede ir la vida arrastrando los pies, poniendo nombres y fechas a nuestras ilusiones, hoy estaremos siendo libres, siendo lejanos, andando de puntillas, guardando las distancias en cajas muy pequeñas, devorando los kilómetros hacia otros días claros.

Mañana quizás estarás de regreso de cualquier parte y sabiendo que volverás de algún sitio, con los ojos vendados yo te diré que sí eternamente y guardare las cenizas de febrero en los bolsillos.
La verdad, qué mal disimulo cuando me enfado, y tú qué mal disimulas cuando me quieres.

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